George Orwell, pseudònim d’Eric Arthur Blair (1903-1950), va ser un escriptor britànic, l’obra del qual va estar marcada per les experiències viscudes al llarg de les tres etapes de la seva vida: la seva posició en contra de l’imperialisme britànic, que el va portar al compromís com a representant de les forces de l’ordre colonial a Birmània durant la seva joventut; a favor de la justícia social, després d’haver observat i sofert les condicions de vida de les classes socials dels treballadors a Londres i a París; i en contra dels totalitarismes nazi i estalinista després de la seva participació a la Guerra Civil Espanyola.
Les seves dues obres més destacades són: Animal Farm (1945, traduïda al català: La revolta dels animals, 1964, i representada a Barcelona en forma de comèdia musical el 1976); i Nineteen Eighty-four (1949; traducció catalana de Joan Vinyes, 1965, amb el títol 1984).
Tanmateix, us vull parlar d’una altra obra seva, una mena de diari personal que va escriure arran de les seves vivències, com a membre de les Brigades Internacionals, a la Guerra Civil espanyola. És Homage to Catalonia (1938), amb traducció catalana de R. Folch i Camarasa (1969).
Homage to Catalonia (Homenatge a Catalunya) és el relat personal de George Orwell sobre la seva experiència durant la Guerra Civil espanyola, escrit en primera persona. La primera edició va ser publicada el 1938. Orwell va servir com a soldat ras i com a oficial , tant a Catalunya com a l’Aragó, des de desembre de 1936 fins a juny de 1937, quan després dels Fets de maig de 1837, el partit polític al qual pertanyia (el POUM, un partit comunista antiestalinista dirigit per Andreu Nin) va ser declarada organització il•legal i es va veure forçada a fugir o a la persecució o l’encarcerament.
Orwell va estar com a milicià del POUM i, en aquest llibre, mostra la repressió de la qual van ser objecte els militants del POUM per part dels sectors estalinistes del govern republicà. Ens hi narra la seva arribada a Barcelona, que bolleix a finals de 1936 en la revolució llibertària, tot expressant-ne la seva admiració; i com la situació es va anar degradant progressivament, fins quan torna a Barcelona, dominada pel l’estalinisme del Partit Comunista i la seva persecució de trotsquistes i anarquistes. I en general, de qualsevol arrel de crítica, cosa que li fa témer per la seva vida i el fa abandonar la capital.
Després d’uns mesos al sud de França, recuperant-se de les ferides que havia sofert al front d’Aragó, va tornar a Londres, a finals de 1937, i va escriure aquesta obra que s’ha convertit en la història personal més llegida d’una persona de parla anglesa que va participar en la Guerra Civil espanyola.
A continuació, un fragment d’Homage to Catalonia.
"Había viajado a España con el proyecto de escribir artículos periodísticos, pero ingresé en la milicia casi de inmediato, porque en esa época y en esa atmósfera parecía ser la única actitud concebible. Los anarquistas seguían manteniendo el control virtual de Cataluña, y la revolución estaba aún en pleno apogeo. A quien se encontrara allí desde el comienzo probablemente le parecería, incluso en diciembre o en enero, que el período revolucionario estaba tocando a su fin; pero viniendo directamente de Inglaterra, el aspecto de Barcelona resultaba sorprendente e irresistible. Por primera vez en mi vida, me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos los edificios, cualquiera que fuera su tamaño, estaban en manos de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas o con la bandera roja y negra de los anarquista; las paredes ostentaban la hoz y el martillo y las iniciales de los partidos revolucionarios; casi todos los templos habían sido destruidos y sus imágenes, quemadas. Por todas partes, cuadrillas de obreros se dedicaban sistemáticamente a demoler iglesias. En toda tienda y en todo café se veían letreros que proclamaban su nueva condición de servicios socializados; hasta los limpiabotas habían sido colectivizados y sus cajas estaban pintadas de rojo y negro. Camareros y dependientes miraban al cliente cara a cara y lo trataban como a un igual. Las formas serviles e incluso ceremoniosas del lenguaje habían desaparecido. Nadie decía señor, o don y tampoco usted; todos se trataban de «camarada» y «tú», y decían ¡salud! en lugar de buenos días. La ley prohibía dar propinas desde la época de Primo de Rivera; tuve mi primera experiencia al recibir un sermón del gerente de un hotel por tratar de dársela a un ascensorista. No quedaban automóviles privados, pues habían sido requisados, y los tranvías y taxis, además de buena parte del transporte restante, ostentaban los colores rojo y negro. En todas partes había murales revolucionarios que lanzaban sus llamaradas en límpidos rojos y azules, frente a los cuales los pocos carteles de propaganda restantes semejaban manchas de barro. A lo largo de las Ramblas, la amplia arteria central de la ciudad constantemente transitada por una muchedumbre, los altavoces hacían sonar canciones revolucionarias durante todo el día y hasta muy avanzada la noche. El aspecto de la muchedumbre era lo que más extrañeza me causaba. Parecía una ciudad en la que las clases adineradas habían dejado de existir. Con la excepción de un escaso número de mujeres y de extranjeros, no había gente «bien vestida»; casi todo el mundo llevaba tosca ropa de trabajo, o bien monos azules o alguna variante del uniforme miliciano. Ello resultaba extraño y conmovedor. En todo esto había mucho que yo no comprendía y que, en cierto sentido, incluso no me gustaba, pero reconocí de inmediato la existencia de un estado de cosas por el que valía la pena luchar. Asimismo, creía que los hechos eran tales como parecían, que me hallaba en realidad en un Estado de trabajadores, y que la burguesía entera había huido, perecido o se había pasado por propia voluntad al bando de los obreros; no me di cuenta de que gran número de burgueses adinerados simplemente esperaban en las sombras y se hacían pasar por proletarios hasta que llegara el momento de quitarse el disfraz.
Además de todo esto, se vivía la atmósfera enrarecida de la guerra. La ciudad tenía un aspecto desordenado y triste, las aceras y los edificios necesitaban reparaciones, de noche las calles se mantenían poco alumbradas por temor a los ataques aéreos, la mayoría de las tiendas estaban casi vacías y poco cuidadas. La carne escaseaba y la leche prácticamente había desaparecido; faltaba carbón, azúcar y gasolina, y el pan era casi inexistente. En esos días las colas para conseguir pan alcanzaban a menudo cientos de metros. Sin embargo, por lo que se podía juzgar, hasta ese momento la gente se mantenía contenta y esperanzada. No había desocupación y el costo de la vida seguía siendo extremadamente bajo; casi no se veían personas manifiestamente pobres y ningún mendigo, exceptuando a los gitanos. Por encima de todo, existía fe en la revolución y en el futuro, un sentimiento de haber entrado de pronto en una era de igualdad y libertad. Los seres humanos trataban de comportarse como seres humanos y no como engranajes de la máquina capitalista. En las barberías (los barberos eran en su mayoría anarquistas) había letreros donde se explicaba solemnemente que los barberos ya no eran esclavos. En las calles, carteles llamativos aconsejaban a las prostitutas cambiar de profesión.
Para cualquier miembro de la civilización endurecida y burlona de los pueblos de habla inglesa había algo realmente patético en la literalidad con que estos españoles idealistas tomaban las gastadas frases de la revolución. En esa época las canciones revolucionarias del tipo más ingenuo, todas ellas relativas a la hermandad proletaria y a la perversidad de Mussolini, se vendían por pocos céntimos. A menudo vi a milicianos casi analfabetos que compraban una, la deletreaban trabajosamente y comenzaban a cantarla con alguna melodía adecuada."
Realment extraordinari. És una descripció de la vida d’una societat ideal, revolucionària i igualitària. M’encanta. En una altra ocasió, exposarem com explica, en aquesta obra, quan va ser ferit en el coll en el front d’Aragó. En fa una descripció única del que va sentir quan va rebre el tret i d'allò que va passar als minuts després. Val la pena llegir-ho.
Per llegir Homage a Catalunya (en PDF).
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M'agrada la descripció que fa Orwell de la Barcelona dels primers mesos de la Guerra Civil; i encara m'agrada més el títol que va posar a l'obra: Homenatge a Catalunya. "No hashe falta deshir nada mash". Va quedar impressionat d'allò que va veure a la ciutat comtal. El devia marcar profundament.
ResponEliminaRealment, amb la descripció que en fa va quedar impressionat i et deixa impressionat al llegir-la. Viure un moment així havia de ser alguna cosa espectacular, i més si ho compares en l'època grisa en la qual estem...
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